La fibrilación ventricular, es el ritmo responsable de la muerte súbita cardiaca. Se caracteriza por la desaparición de las contracciones de los ventrículos (cámara inferior del corazón) y por la incapacidad del corazón de provocar un latido normal. Las fibras musculares sufren una contracción o temblor (más de 300 latidos por minuto), que impide que el corazón bombee sangre a los pulmones, el cerebro y demás órganos vitales. Es cuestión de minutos que los órganos (comenzando por el cerebro), se vayan deteriorando por falta de sangre. Cuantos más minutos pase el corazón “fibrilando”, más difícil será que se recupere de la arritmia.
Esta arritmia es una de las peores complicaciones que pueden aparecer casi todas las patologías cardíacas. Aunque la causa más común de la fibrilación ventricular es un infarto de miocardio, puede surgir en cualquier enfermedad cardiaca muscular, vascular o eléctrica.
Esta arritmia es la principal causa de muerte súbita. Cuando se dice que alguien ha muerto “de un infarto, de repente”, la causa suele ser fibrilación ventricular que se ha producido por un falta momentánea de riego cardiaco. Si bien, es cierto que la mayoría de las personas mayores de 35 años que sufren fibrilación ventricular no tienen antecedentes previos de cardiopatía, muchos de ellos cuentan con factores de riesgo para contraer enfermedad cardiovascular (tabaco, obesidad, hipertensión colesterol elevado, diabetes…).