¿Qué es y para qué sirve un Desfibrilador?
Es un dispositivo que vigila continuamente si se producen arritmias (alteraciones del ritmo cardiaco), especialmente taquicardias malignas, en cuyo caso las trata de forma automática, bien mediante estímulos o choques eléctricos. El desfibrilador se conecta al corazón mediante un cable.
¿Cómo se implanta un Desfibrilador?
El generador de impulsos eléctricos se implanta normalmente en el pecho, debajo de la piel, y el cable se introduce por una vena que pasa por esa zona. La operación se hace con anestesia local, se suelen administrar antibióticos para prevenir las infecciones y puede ser necesario inyectar contraste radiológico para ver el trayecto que siguen las venas y su tamaño. En algunas ocasiones durante la intervención surgen situaciones inesperadas que pueden hacer variar el procedimiento que estaba previsto en bien del paciente.
Durante al menos las primeras veinticuatro horas se debe guardar reposo en cama para evitar que se produzca un hematoma y que el electrodo se desplace. Después de este tiempo el paciente se podrá levantar aunque será conveniente que en los próximos días evite hacer movimientos con el brazo del lado en que lleva el marcapasos. Aproximadamente a la semana se retiran los puntos de sutura y el paciente ya puede hacer una vida normal.
El marcapasos se alimenta por una batería interna. La duración de esta batería variará dependiendo entre otras cosas del tipo de marcapasos y de las veces que tenga que estimular el corazón; la media se sitúa en torno a 7 años. Cuando se agota el generador hay que recambiarlo por otro similar mediante una nueva intervención, generalmente en el mismo lugar que la primera. Si el cable está en buen estado no hace falta sustituirlo, lo que facilita y acorta considerablemente el procedimiento.
¿Qué resultados podemos esperar?
El implante es por lo general un procedimiento seguro con un tasa de complicaciones baja. El dispositivo tiene como objetivo tratar taquicardias ventriculares que podrían causarnos la muerte. La efectividad del dispositivo, es decir su capacidad para devolver el ritmo normal del corazón, es muy alta, mayor del 95%, sin embargo en algunas ocasiones no trata taquicardias “malignas” y sí taquicardias más benignas o interferencias originando choques inapropiados. En éste caso una reprogramación del dispositivo o un ajuste de medicación consiguen eliminar estos choques inapropiados.
¿Qué molestias y riesgos tiene la implantación de un Desfibrilador?
A pesar de que la implantación se hace con anestesia local, en algunos momentos se puede sentir transitoriamente algo de dolor. Posteriormente, en las horas y días que siguen al implante, se puede sentir una molestia en la zona en que está el desfibrilador que termina por desaparecer con el tiempo. Raramente puede persistir indefinidamente alguna molestia leve. La incisión en la piel que se hace para la introducción del Desfibrilador suele medir entre 8 y 10 centímetros, aunque en algunos casos puede ser necesaria ampliarla por dificultades técnicas. Normalmente ésta cicatriza bien, aunque en algunos casos se pueden formar cicatrices gruesas poco estéticas (queloides).
Generalmente no se producen complicaciones pero a veces (15%) puede ocurrir alguna de las siguientes: hemorragias, neumotórax, derrame pericárdico, arritmias, reacciones alérgicas a anestésicos locales o antibióticos, hematomas, desplazamiento del cable desde su posición inicial, infecciones generales o de la herida quirúrgica, erosión de la piel que cubre el desfibrilador, etc. Algunas de éstas pueden requerir una reintervención quirúrgica o poner en riesgo la vida del paciente. Se estima que el riesgo de muerte de un implante de desfibrilador de forma programada es del 1% o menos. En los implantes urgentes, todos los riesgos mencionados son superiores.